19 abril 2010

¿Quién no quiere el libro electrónico? (de verdad)


Si hay algún aparato que revolotea en la esfera tecnológica y que realmente puede suponer otro hito en nuestras vidas tecnológicas es el libro electrónico. Es incomprensible como este dispositivo, que modificará seguro nuestra forma de leer y de divulgar el conocimiento, aún no está presente en nuestras vidas y no por culpa de los consumidores, sino porque aún no existen soluciones asequibles y completas.

Si echamos un vistazo a las soluciones existentes uno cree estar viendo la tecnología de la prehistoria: pantallas pequeñas, limitada interconexión, ausencia de color, formatos multimedia escasos... Al menos que se paguen precios astronómicos nos debemos conformar con Kindle, Papyre o Booq, que si bien son soluciones válidas no son lo que necesitamos.

¿Hasta que punto la "industria del papel" está presionando para que estos dispositivos no crezcan? Creo que este es el punto fundamental de este retraso. Si el libro electrónico se implanta con una calidad aceptable, ¿qué pasará con toda esa tecnología y esa mano de obra que subsiste gracias a la publicación en papel? Debemos tener en cuenta que están en juegos los miles de empleos que en el mundo se encargan de la impresión y de las impresoras (amén del material fungible como papel y tinta), sin olvidar librerías, quioscos de prensa y hasta de las empresas que realizan el transporte diario del periódico, por ejemplo.

Al igual que el herrero se vio marginado a herrar unos cuantos caballos cuando el coche u otros vehículos de transporte a motor ganaron la aceptación del público, el nacimiento definitivo del libro electrónico será el punto y final de la industria del papel. Tal vez el futuro de nuestras selvas y nuestros árboles esté en algo tan simple como en otra forma de nutrir nuestras necesidades lectoras. ¿A qué esperar?