¡Mira que tengo poca experiencia profesional! Sólo una beca de 6 meses en una multinacional mientras hacía mi carrera y mi trabajo actual como ingeniero de pruebas de hardware (llamemoslo así) conforman mi bagaje laboral, ¡y bien contento y orgulloso que estoy a mis 26 añitos! Sin embargo, ambas experiencias tienen algo en común que arranca mi generador de dudas.
Resulta de que uno en su trabajo es muy serio, y mientras se trabaja se trabaja, nada de hablar de la jornada de liga o de la pechumbre de la chica de centralita, no, no, si se dice de dar el callo se da. Un día escuchas al de al lado quejarse de todo, "que esto es una mierda y aquello lo es más aún". En la seriedad de tu trabajo escuchas improperios varios casi sin descuidarte y no le das más importancia: "un día malo lo tiene cualquiera", te dices mientras le pones más silicona al micro para que no se queme.
Cuando vas conociendo la empresa ves que en todos los departamentos cuecen habas y que la mierda que mandó tu colega a este departamento está siendo rebotada al de más allá. Ya no miré si el de más allá la reenvió a algún lado, pero me temo que sí.
Al tiempo de llegar a la empresa te desengañas totalmente. Algunos de tus colegas se dedican exclusivamente durante las ocho horas diarias de actividad laboral que fija el convenio (para el convenio hay envios de improperios constantes) a cagarse en la madre que parió de todo lo que se menea a menos de cuatro palmos...y así no se puede trabajar. He comprobado que los que más se quejan son los que menos hacen y los que más dicen saber, los más prescindibles al fin y al cabo.
Como he dicho, estos especímenes, a los que odio a muerte, los he tratado en las dos empresas en las que he estado. La gente seria y trabajadora que auna esfuerzos en objetivos comunes y que exponen sus quejas de una forma ordenada y constructiva escasean, y es una pena, porque este país es muy admirado en el extranjero, pero nadie la cree competitiva, pues muchos prefieren perder su tiempo en echar la culpa a los demás en vez de competir por ser el mejor en su departamento. Una pena señores, una pena.
No es que yo clame a la competitividad feroz. No quiero dejarme la piel en mi puesto laboral, pero si vamos a trabajar vamos a hacerlo de la forma más eficaz posible. Al fin y al cabo, el estilo de vida de esta España mía no lo cambiaría por ningún otro estilo de los vistos en otros paises, ¡ni mucho menos!
He aquí mi duda: ¿desaparecerán de las empresas españolas el victimismo y el lanzamiento de mierda entre compañeros? Yo espero que sí.
Resulta de que uno en su trabajo es muy serio, y mientras se trabaja se trabaja, nada de hablar de la jornada de liga o de la pechumbre de la chica de centralita, no, no, si se dice de dar el callo se da. Un día escuchas al de al lado quejarse de todo, "que esto es una mierda y aquello lo es más aún". En la seriedad de tu trabajo escuchas improperios varios casi sin descuidarte y no le das más importancia: "un día malo lo tiene cualquiera", te dices mientras le pones más silicona al micro para que no se queme.
Cuando vas conociendo la empresa ves que en todos los departamentos cuecen habas y que la mierda que mandó tu colega a este departamento está siendo rebotada al de más allá. Ya no miré si el de más allá la reenvió a algún lado, pero me temo que sí.
Al tiempo de llegar a la empresa te desengañas totalmente. Algunos de tus colegas se dedican exclusivamente durante las ocho horas diarias de actividad laboral que fija el convenio (para el convenio hay envios de improperios constantes) a cagarse en la madre que parió de todo lo que se menea a menos de cuatro palmos...y así no se puede trabajar. He comprobado que los que más se quejan son los que menos hacen y los que más dicen saber, los más prescindibles al fin y al cabo.
Como he dicho, estos especímenes, a los que odio a muerte, los he tratado en las dos empresas en las que he estado. La gente seria y trabajadora que auna esfuerzos en objetivos comunes y que exponen sus quejas de una forma ordenada y constructiva escasean, y es una pena, porque este país es muy admirado en el extranjero, pero nadie la cree competitiva, pues muchos prefieren perder su tiempo en echar la culpa a los demás en vez de competir por ser el mejor en su departamento. Una pena señores, una pena.
No es que yo clame a la competitividad feroz. No quiero dejarme la piel en mi puesto laboral, pero si vamos a trabajar vamos a hacerlo de la forma más eficaz posible. Al fin y al cabo, el estilo de vida de esta España mía no lo cambiaría por ningún otro estilo de los vistos en otros paises, ¡ni mucho menos!
He aquí mi duda: ¿desaparecerán de las empresas españolas el victimismo y el lanzamiento de mierda entre compañeros? Yo espero que sí.
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